5/11/06

Dietas polémicas: ahora dicen que con comer bien no alcanza

En las últimas semanas, la divulgación de estudios que tienen que ver con la cantidad y tipo de grasas en las dietas instalaron polémicas que lejos de disiparse, se acentúan.
La primera investigación, de la Universidad de Washington, en relación con las dietas hipocalóricas (muy bajas en calorías) y anunciaba como conclusión que comer poco y sano retrasaría el envejecimiento. La segunda, del Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre de los Estados Unidos, involucraba a las grasas, especialmente a las saturadas de origen animal. De ellas se decía que evitar consumirlas en grandes cantidades no ayudaría (como siempre se creyó) a proteger a las mujeres de infartos, derrames cerebrales, cáncer de mama o colon.

Y estalló la polémica. Bajas calorías sí, bajas calorías no. Grasas sí, grasas no. Lo mejor, como en toda buena receta, es ir por partes. "Sostenidas a largo plazo, las dietas hipocalóricas no aportan la suficiente cantidad de minerales, entre otros elementos esenciales, que el cuerpo necesita. Se tiene que hacer un seguimiento muy estricto y evaluar los riesgos. Pueden producir hipoglucemia (bajar la glucosa, azúcar imprescindible para el organismo) o desencadenar problemas cardíacos", explica Horacio Orlando, cardiólogo y miembro de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios (SAOTA).

"A mí no deja de llamarme la atención que estudios como el de las grasas y su relación con lo cardiovascular o el cáncer, aparezcan ahora, cuando existe un ataque con justa razón a la comida chatarra, que es alta en grasas. Las empresas que la comercializan están siendo bombardeadas y decir que esas grasas no serían tan responsables de la aparición de cáncer o problemas cardiovasculares, las haría menos responsables en una instancia legal", comenta Daniel De Girolami, presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición. "Independientemente de ese tema, está demostrado que la dietas altas en grasas influyen en la propagación de la obesidad en el mundo. Y que guardan relación, además con el cáncer y con problemas cardiovasculares", agrega.

En medio de la polémica se intenta, además, cambiar un viejo refrán que parecía intocable: "Somos lo que comemos". En su edición del martes, el diario The New York Times afirma: "Tal vez, usted no es lo que come". A través de varios ejemplos se muestra que la preocupación sobre qué conviene comer estuvo instalada en distintas épocas y que los antecedentes se pueden rastrear incluso en los comienzos del siglo XIX. Pero que al parecer, lo que uno come no es lo más importante.


¿En qué quedamos? "El tema es que ahora no sólo somos lo que comemos sino también lo que hacemos con lo que comemos. Para estar sanos, no sólo hay que tener en cuenta el tipo y cantidad de alimento sino el estilo de vida que uno lleva. Para prevenir la obesidad, no basta con cerrar la boca sino que también hay que mover un poco más los pies", advierte Sergio Britos, del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI) .

Actividad física

Los profesionales consultados coinciden en que para que la dieta influya favorablemente en la salud tiene que estar enmarcada en un estilo de vida apropiado. Quiere decir que no basta con comer en forma variada y equilibrada —aumentando la cantidad de frutas y verduras y bajando las grasas saturadas— sino que, además, hay que acompañar esa conducta con actividad física (caminatas sino puede hacer actividad física más intensa) y con hábitos saludables en general. Algunos de ellos: no fumar, evitar el estrés (especialmente el laboral) y tener una vida social activa.

http://www.intramed.net/

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