10/1/07

Los obesos son más propensos a la depresión

La ciencia está a punto de desmontar otro mito: la famosa curva de la felicidad no es tal. Al parecer, su trayectoria se parece más a la de una empinada cuesta hacia la depresión. Así se desprende de un estudio publicado por la revista científica Archives of General Psychiatry basado en una encuesta entre 9.000 personas.

La investigación afirma que los desórdenes relacionados con la ansiedad, los trastornos obsesivos y la depresión son mucho más comunes –hasta un 25%– entre los obesos que entre las personas atléticas y delgadas.

No hablamos de cánones de belleza impuestos por las industrias de la moda y del espectáculo; el tema es más serio y tiene que ver con la salud mental de las personas. Mucho se ha debatido acerca de la obesidad como causa o resultado de diversos problemas mentales. El estudio no entra de lleno en esta cuestión, pero diversas teorías avalan las dos visiones: por un lado se sabe que en muchas ocasiones los medicamentos antidepresivos provocan un aumento de peso que se suma al causado por el sedentarismo asociado a la depresión. Por otro, es indudable que en la sociedad actual el exceso de kilos puede llegar a convertirse en un terrible estigma: los gorditos son menospreciados y convertidos en objetos de burla en muchos programas de televisión… y en la vida real.

Productos de nuestra imaginación

Wayne Fenton, del Instituto Nacional de Medicina Mental de EEUU, principal patrocinador de la investigación, sugiere, en declaraciones al diario USA Today, que “el estereotipo cultural del obeso jovial es más un producto de nuestra imaginación que una realidad”. Un tercio de los adultos estadounidenses es obeso y la depresión afecta a cerca de 21 millones de ciudadanos de aquel país, lo que equivale aproximadamente a una décima parte de la población.

La vinculación entre obesidad y depresión se ha buscado desde hace tiempo en el campo de la medicina, pero hasta ahora las investigaciones habían fallado a la hora de encontrar el nexo de unión. Parece que este estudio logra superar esta laguna, o al menos así lo cree Susan McElroy, profesora de la Universidad de Cincinnati (Ohio), que cree que “confirma que, de hecho, existe una relación” entre los dos elementos.

Para realizar el estudio, el equipo comandado por Gregory Simon, investigador del Group Health Cooperative de Seattle (Washington), realizó una encuesta nacional entre 9.125 adultos cuyo estado mental fue evaluado a través de diversas entrevistas. El nivel de obesidad se determinó usando los datos proporcionados por los propios participantes.

Los resultados reflejaban una demoledora estadística: un 25% de los encuestados resultó ser obeso y de esta cuarta parte, un 22% declaró haber padecido algún trastorno de la personalidad, incluyendo la depresión. Ese porcentaje descendía en el caso de las personas no obesas hasta el 18%. Como no todo puede ser negativo, el estudio también refleja, según McElroy, que el abuso del alcohol o de otras sustancias es menos común entre los obesos. La dopamina, activada en el cerebro ante estímulos considerados positivos –sean éstos un buen plato de comida o una descomunal melopea- parece ser la responsable de esta excepción.

Saludos Cordiales

Dr. José Manuel Ferrer Guerra

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